Aunque la noche de Halloween, también conocida como noche de brujas o de difuntos, es de origen celta y está muy arraigada en muchos países no anglosajones y cada año se celebra más en nuestro país. Las actividades típicas son el truco o trato y las fiestas de disfraces, además de las hogueras, las lecturas de historias de miedo, el visionado de películas de terror y las visitas a casas encantadas.
Siguiendo esta tradición de pocos años en España, la Casa de Extremadura de Son Servera convierte su local de Cala Millor cada año en una estancia terrorífica que es visitada por un gran número de personas, sobre todos niños, que entre miedos y risas pasan unos momentos de suspense y terror.
Durante varios días la directiva de la Asociación monta un auténtico espectáculo y transforma el local en un laberinto de estancias encantadas y pasillos misteriosos. Los personajes más terroríficos se pasean por sus rincones, muertos vivientes, brujas y los monstruos que nos recuerdan algunas de esas películas que más de una noche nos quitaron el sueño.
Los más jóvenes se divierten y los más pequeños, entre curiosidad y pánico, rodean con sus manos la nuca de sus padres. Aunque esta fiesta secular algunos ven en ella un trasfondo religioso, criticada por unos y admirada por otros, no deja de ser una diversión más que cada año está más arraigada en nuestra tierra y aún más en una isla tan internacional y de ambiente turístico como Mallorca. Aprovecho estas líneas para animar a la Casa de Extremadura a continuar con este y otro tipo de actividades a las que ya nos tiene acostumbrados.
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