
-Oh! Sorry… this is not possible. There are already 623.624 tourists.
There is not room for you..
623.624 es el techo que ha dictado el Govern Balear y que dictamina las plazas que pueden ofertarse como alojamiento turístico tras cerrar un 2017 de infarto con una estimación de 15 millones de visitantes a nuestras Islas.
Es más que evidente que la oferta turística se nos ha ido de las manos y que en tiempos de crisis el hambre agudiza el ingenio y obliga a propietarios de ostentosos chalets a renunciar de sus fastuosas casas, regresar al pisito de zona urbana y alquilar el chalecito a precios suculentos y hacer su agosto… bueno agosto, julio, septiembre, mayo…
Y vistos los resultados aparece la oferta discreta, opcional y alternativa, en la que los un poco menos necesitados -o los que se niegan a auto privarse de los lujos adquiridos en épocas de abundancia- alquilan el pisito en zona urbana a un turista con menos pretensiones.
Con este panorama, el necesitado y/o espabiladillo de turno saca provecho a un sofá-cama prefabricado, compartiendo habitáculo con huéspedes de bajo poder adquisitivo pero que solucionan el menú de la semana al anfitrión.
Eso sí, todo ello en la más sumergida de las economías sumergidas, buceando a pulmón libre en las profundidades. Pero a pesar de nadar a sus anchas en plena libertad, algunos no aguantan la apnea y salen a respirar en redes sociales o plataformas y otros custodian los tesoros encontrados en sendas cuentas bancarias y, claro está, aparece el temible tiburón recaudatorio (peligrosa especie que habita en aguas mediterráneas, aunque a veces emigra a aguas caribeñas) y, en la penumbra, una especie, más temible aún, que se mueve sigilosa y que suele vivir adherida a las agallas de nuestro tiburón incitándolo a atacar despiadadamente bajo la temible amenaza de dejarlo sin “aire” y acechando implacable a todo ser que quiera una bocanada de plancton. Y ahí estamos. Ante el ánimo de sacar tajada de las profundidades se nos olvida que nos vamos alimentando de forma indirecta del ágape con las ofertas complementarias, que han recuperado unas cifras muy dignas y que, cual efecto dominó, esparcen cachitos de tarta en variopintos sectores. Pero el pastel se está repartiendo entre muchos y a los pocos de siempre lo de compartir igual no lo saben encajar demasiado bien.
Se abre la caja de Pandora y aparecen tantas opiniones como personas caminan (decir cómo piensan de forma genérica podría ser una temeridad). Y de golpe nos olvidamos de donde empiezan las libertades ajenas y acaban las propias o viceversa.
Cuidado, esta tierra –“sa nostra terra”- hay que protegerla y enseñar a quien nos visita a preservarla practicando con el ejemplo en primera instancia. Regular con sentido común y obrando de buena fe, dentro de una legalidad razonable, tanto pececillos como tiburones sin alimañas parasitarias entorpeciendo.
Es bien sabido que el equilibrio es difícil de lograr y que los feroces tiburones tienen más dentadura que sesera.
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