
Diciembre, mes de celebraciones y de fiestas, de reencuentros y buenos deseos, aunque también de nostalgia y añoranza. Y aunque relegado el hecho por tantas emociones, Diciembre también es un mes de cambio, en el que se deja atrás al melancólico Otoño para dar la bienvenida al frío Invierno. Y con ello, con la llegada del invierno, parece que nuestro organismo se ralentiza, hiberna, dejando de lado muchas de las actividades que tal vez en otras épocas del año hacemos sin vacilar. Y es ahí donde quiero hacer hincapié, en la actividad física y mental que nuestro organismo necesita para no deteriorase, para mantenerse sano, y que en esta época a menudo nos cuesta más realizar.

Aunque suene a tópico y parezca que la mayoría de las personas tiene más que aprendida la cantinela, la actividad física y mental es uno de los recursos más efectivos que podemos utilizar para mantenernos sanos a todos los niveles, tanto física como mentalmente, y, en el caso que estemos atravesando alguna dificultad, también actúa como un poderoso tratamiento. Y esto, a la práctica, a menudo se nos olvida. Trastornos como la depresión, la ansiedad o la fibromialgia, hacen buena cuenta de ello.
Las personas que padecen dichas enfermedades, y otras muchas con síntomas similares, acusan un descenso drástico de su actividad diaria, hecho que repercute significativamente en el mantenimiento y empeoramiento de la misma. Lo que sucede, habitualmente, es que entran en un círculo vicioso, donde la enfermedad les atrapa y del que no es sencillo salir: se encuentran decaídos y bajos de moral, sin ánimo para hacer nada, hecho que les lleva a quedarse en casa, y a disminuir paulatinamente su nivel de actividad. A su vez, esto provoca que cada vez se sientan más decaídos, sin tan siquiera fuerzas para hacer nada, como si les hubiesen robado la energía. Y ahí está, a medida que esto se va repitiendo día tras día y semana tras semana, han quedado atrapados en una espiral de inactividad que hace que la enfermedad no mejore e indiscutiblemente empeore.
Por otra parte, y como he mencionado anteriormente, también hablamos de la actividad como un bálsamo muy valeroso para, sin tener males mayores, hacernos sentir bien. Y no solo bien físicamente, sino mantenernos sanos a nivel psíquico. De sobra son conocidos los beneficios del ejercicio físico para nuestra salud, por ejemplo. Pero cuando hablo de actividad no me estoy refiriendo únicamente a la práctica de un deporte; una cena animada con los amigos, leer un buen libro, cocinar para nuestros seres queridos o escuchar nuestra música favorita también son otras de las formas de mantenernos activos y por ende, sanos, y que no debemos descuidar.
Es fácil caer en el sedentarismo, sobretodo en determinadas épocas del año como en la que nos encontramos en la que el clima o el descenso de horas de luz solar nos empuja a ello. Hay que sacar fuerzas, buscar la motivación que sea más poderosa para cada uno y ponernos manos a la obra. Además, sin temor a equivocarme demasiado, puedo decir que en la mayoría de los casos todo es empezar, lo demás viene rodado.
Mis mejores deseos a todos los lectores, espero que pasen unas muy buenas fiestas y recuerden: “Solo existen dos días del año en el que no se puede hacer nada. Uno se llama ayer y otro mañana. Por lo tanto hoy es el día ideal para amar, crecer, hacer, y principalmente vivir.” Dalai Laima